Page 256 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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adentrándose en el túnel de Ella‐Laraña, comenzó a


            subir por la escalera.



            La madera crujía bajo sus pies, a pesar del empeño


            de Joe en descargar y distribuir cuidadosamente el


            peso del cuerpo. Sin embargo, progresó con tanto


            sigilo que en un corto espacio de tiempo se encontró


            en el rellano del piso de arriba. Allí la oscuridad era



            mayor, así que escudriñó  con  cautela  durante  un


            rato  hasta  distinguir,  a  duras  penas,  hasta  tres


            puertas  alineadas  en  la  pared.  Estaban  todas


            cerradas.



            Joe  sabía  que  esas  puertas  viejas  podían  chirriar,


            quejumbrosas,  apenas  intentara  abrirlas;  y  sabía


            que ese sería un sonido demasiado identificable en



            el  silencio  de  la  casa,  estridente  como  el  de  una


            alarma  que,  además,  lanza  destellos  de  una


            brillante tonalidad roja. Pero no tenía alternativa,


            así que caminó despacio hasta la primera e intentó


            operar  el  tirador.  La  puerta  cedió  sin  ruido  y


            empezó a girar sobre sus bisagras.



            Y entonces la vio.




            La  sorpresa  fue  mayúscula.  No  había  esperado


            tener éxito en su primer intento; al fin y al cabo,


            aquella  era  solo  la  primera  de  tres  habitaciones.


            Pero  allí  estaba,  en  la  cama  del  dormitorio


            principal, tumbada sobre un costado y dándole la




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