Page 257 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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espalda.  Era  la  figura  inconfundible  de  Betsy,


            sumida en las tinieblas de la habitación, vestida con


            ropa de calle y tumbada sobre la colcha como quien


            duerme una breve siesta.



            Joe  se  quedó  quieto,  temiendo  que  cualquier


            movimiento  pudiera  despertarla;  parecía  sumida


            en un profundo sueño. De todas las cosas que había



            imaginado  (Betsy  con  la  boca  llena  de  dientes


            pequeños  pero  afilados,  Betsy  descolgándose  del


            techo  como  una  araña  gorda  e  hinchada,  Betsy,


            Betsy) aquella era la más inesperada.



            Pero  era  una  trampa.  Lo  sabía.  Lo  percibía  de


            alguna manera difícil de precisar.




            Joe se acercó a Betsy con la pistola preparada. No


            sabía qué hacer… ¿Despertarla? Pensó en acercarse,


            zarandearla brevemente y ver qué ocurría a partir


            de ahí. Sin embargo, no tardó en descubrir que, en


            realidad, no quería acercarse.



            Dudó unos instantes.




            —¿Be…? ¿Betsy?



            No hubo respuesta. Ninguna en absoluto.



            Joe  carraspeó  tímidamente  para  aclararse  la


            garganta. Su voz había sonado demasiado débil.



            —¿Betsy?




            Tampoco esta vez hubo respuesta.


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