Page 290 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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frustración le recorrían la piel como un ejército de


            hormigas.



            —He oído su voz… —soltó.



            —¡La de Pete! —exclamó Allen.



            —No, joder. No era Pete. Era… —Suspiró—. Era la



            voz de David Wright.



            Silencio.



            —Joe, ¿David Wright? ¿No era… el vecino que se


            coló en tu casa?



            —Sí…




            —Pero… dijiste que estaba muerto…



            —Sí. Fue un accidente… Yo…



            —Sí,  Joe…  —insistió  Allen—.  Un  accidente,  pero


            estaba muerto.




            —¡Sí, sí, lo estaba!



            —Dijiste que lo enterraste detrás de tu cabaña.



            Joe se daba cuenta de cómo sonaba todo aquello.


            Oh, la  voz  había sonado como  la  de David, pero


            Allen  tenía  razón.  No  era  posible  en  absoluto.


            Estaba  muerto  y  enterrado.  La  cueva  tenía  que



            haber impreso algún efecto acústico en el sonido,


            eso era todo; había hecho que aquella voz sonase


            como la de Wright.







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