Page 298 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Progresar por el túnel fue menos complicado de lo
que parecía. Su verticalidad ayudaba, desde luego,
porque los obligaba a moverse con rapidez dando
saltos cuando la caída era demasiado pronunciada.
Aunque ninguno dijo nada, a medida que se
internaban más y más en la gruta, el mismo
pensamiento ocupaba sus mentes: volver por aquel
camino iba a suponer un enorme esfuerzo si se
veían obligados a trepar usando las manos
desnudas en aquella cuerda áspera y gruesa. Si
aquel pozo no era el camino… Si de repente
encontraban el camino bloqueado y no podían
continuar, perderían no solo un tiempo precioso
tratando de volver arriba, sino que verían
drásticamente mermadas sus energías.
Afortunadamente, el túnel pareció agrandarse
después de un rato, y eso les infundió nuevas
aunque tímidas esperanzas. La cuerda y los
ganchos terminaron abruptamente, y eso les hizo
pensar que el descenso se suavizaría a partir de ese
punto. Así fue: al poco tiempo se encontraron
bajando por una rampa natural de pendiente suave
en el fondo de una suerte de barranco subterráneo.
Las paredes de piedra se levantaban a ambos lados,
colosales, megalíticas, recubiertas de la misma
vegetación negra y rala que habían encontrado a la
entrada de la cueva. Las linternas no alcanzaban a
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