Page 299 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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iluminar el techo. Lo peor era sin duda el zumbido


            que  anidaba  en  el  silencio  y  que  ellos  percibían


            como una vibración en el bajo vientre y también en


            los pómulos y las puntas de los dedos. Allen tenía


            un pequeño tic en el ojo que insistía en regresar a


            cada poco. Joe suponía que era la vieja y ponzoñosa


            emisión  del  Pozo,  pero  a  esas  alturas  ni  siquiera



            estaba seguro; podía ser la profundidad, o incluso


            la falta de oxígeno.



            Para complicar las cosas, al poco de andar por aquel


            paraje descubrieron grandes ventanas naturales en


            las paredes, a través de las cuales divisaron cámaras


            de gran tamaño, túneles que escapaban abriéndose


            paso  entre  las  rocas  y  galerías  colmadas  de



            espeleotemas bellísimos. La cueva se bifurcaba; no


            había  manera  de  saber  si  estaban  tomando  el


            camino correcto o no. Joe estaba asomándose por


            debajo de una gigantesca columna a una caverna


            llena de piletas naturales cuando Allen, que llevaba


            un  rato  mascullando  entre  dientes,  empezó  a


            protestar.




            —¡Por  Dios!  ¿Qué  se  supone  que  vamos  a  hacer


            ahora?



            —Tranquilo… —dijo Joe, levantando las manos.



            —¿Tranquilo? ¿Por dónde se supone que debemos


            seguir?  ¿Y  qué  cojones  hay  de  este  frío?  ¡Los




                                                                                                          298
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