Page 61 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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Una  mañana  Jerry  estaba  fuera  para  hacer  sus

        necesidades, mientras yo me había quedado junto al fuego

        amasando  raíces  secas  con  agua  para  hacer  panes  a  la


        plancha. Oí que Jerry llamaba desde la entrada de la cueva.



               —¡Davidge!



               —¿Qué?



               —¡Davidge, ven enseguida!



               ¡Una nave! ¡Tenía que ser eso! Dejé la conchatazón en la

        arena,  me  puse  el  sombrero  y  los  guantes  y  corrí  por  el

        pasadizo. Al llegar cerca de la puerta desaté el manguito que


        llevaba en torno al cuello y lo anudé alrededor de mi boca y

        nariz  para  proteger  mis  pulmones.  Jerry,  con  su  cabeza

        arropada de modo similar, miraba al otro lado de la puerta,


        haciéndome gestos.


               —¿De qué se trata?




               Jerry se apartó de la puerta para dejarme mirar.



               —¡Vamos, mira!



               Sol. Cielo azul y sol. En la lejanía, por encima del mar,

        más  nubes  estaban  acumulándose.  Pero  por  encima  de

        nosotros  el  cielo  estaba  despejado.  Ninguno  de  los  dos



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