Page 1108 - Anatema - Neal Stephenson
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—¿Por qué sólo yo?


            —Porque quien ha sugerido la apuesta has sido tú y eres

          un teor.

            —¿Qué eres tú, entonces?


            —Un estudioso.

            —Entonces,  ¿anotarás  mis  síntomas?  ¿Diseñarás  mi

          vidriera tras mi muerte?


            —Sí, la colocaremos justo allí —dijo Arsibalt, señalando

          un agujero para el humo que había en la pared, como del

          tamaño de mi mano.


            Emman se había acercado. Karvall y Tris habían vuelto

          del mensalán y estaban juntas, mirando.


            Que me mirasen las mujeres lo cambió todo.

            —¿Cuál es la apuesta? —dije—. Vuelvo a poseer sólo tres

          cosas.  —Y  una  de  las  reglas  más  antiguas  del  mundo


          cenobítico era que no podías apostar el paño, el cordón ni

          la esfera.


            —El ganador no limpia esta noche —propuso Arsibalt.

            —¡Hecho! —dije.

            Era fácil. Para ganar la apuesta no tenía más que decir


          que no estaba tan mal y asegurarme de no vomitar… al

          menos  no  delante  de  Arsibalt.  E  incluso  si  perdía,

          obtendría  la  satisfacción  infantil  de  ver  las  caras


          exquisitamente  horrorizadas  de  Tris  y  Karvall  cuando

          pescara algo de aquella masa y me lo metiera en la boca.

          Fue  un  cubo  de,  suponía  yo,  una  sustancia  fermentada


          similar a la cuajada, envuelto en hojas mustias y salpicado



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