Page 1107 - Anatema - Neal Stephenson
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pelo parecía ser de un vegetal. Pero lo que realmente
inquietaba a Lodoghir y a los demás miembros del Mensal
eran los sonidos explosivos que producían al masticar el
exoesqueleto, o lo que fuese, los molares de Zhʹvaern.
Incluso los oíamos por el altavoz.
Arsibalt se volvió para comprobar que Emman y yo
fuésemos los únicos en la cocina.
—Como miembro de una orden contemplativa, ascética
y enclaustrada probablemente no debería criticar de esta
forma a los pobres matarrhitas —dijo.
—¡Venga, adelante! —le animó Emman. Con mucho
valor intentaba contener el guiso en la olla.
—¡Vale, ya que insistes! —dijo Arsibalt. Protegiéndose la
mano con un pliegue del paño, levantó la tapa del cocido
para enseñarnos un cenagal burbujeante de hierbas y
caparazones de aspecto peligroso—. Creo que es llevar las
cosas un poco lejos dedicarse durante milenios a
desarrollar por medio de crianza selectiva comida que
resulta ofensiva para los que no son matarrhitas.
—Apuesto a que es una de esas cosas que no son tan
malas como parecen, suenan, se sienten o huelen —dije,
conteniendo el aliento y acercándome a la cazuela.
—¿Cuánto?
—Disculpa.
—¿Cuánto apuestas?
—¿Propones que lo probemos?
—Propongo que tú lo pruebes.
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