Page 184 - Anatema - Neal Stephenson
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veces mi altura. Allí arriba había un par de dispositivos de


          extraño aspecto, pero ningún telescopio.

            —Los telescopios están en esas cúpulas —dije—, pero es

          posible que no los reconocieses como tales.


            Estaba dispuesto a explicar cómo funcionaban los espejos

          de  neomateria,  empleando  láseres  guía  para  sondear  la

          atmósfera  en  busca  de  fluctuaciones  de  densidad,  para


          luego  cambiar  los  espejos  de  forma  que  cancelasen  las

          distorsiones resultantes, recogiendo la luz y desviándola a

          una  tablilla  fotomnemónica.  Pero  Cord  estaba  más


          interesada en descifrar lo que tenía delante. Era un prisma

          de cuarzo más grande que mi cabeza, que sostenía en las


          manos un sante musculoso tallado en mármol, apuntando

          al sur. Sin que yo se lo explicase, Cord vio que la luz del

          sol que entraba por una de las caras del prisma se desviaba


          hacia  abajo  y  atravesaba  un  agujero  del  tejado  para

          iluminar un objeto metálico que había dentro.


            —De  esto  he  oído  hablar  —dijo—.  Sincroniza  el  reloj

          todos los días al mediodía, ¿no es así?

            —A  menos  que  esté  nublado  —dije—.  Pero  incluso


          durante  un  invierno  nuclear,  cuando  está  nublado  cien

          años, el reloj no se retrasa demasiado.

            —¿Qué es esto? —preguntó, señalando una bóveda de


          vidrio de más o menos el tamaño de mi puño, apuntando

          directamente hacia arriba. Estaba montada encima de un

          pedestal de piedra tallada aproximadamente de la misma


          altura que la estatua que sostenía el prisma—. Debe de ser



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