Page 434 - Anatema - Neal Stephenson
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—¿Sí?
—Creo que tenías razón.
—¿Sobre qué tenía razón? —Había pasado tanto tiempo
que había olvidado nuestra primera conversación sobre
Sammann. Tuve que recordársela. Luego, se quedó
pasmado—. Caray —dijo—, es grandioso.
—Podría serlo. Todavía no sé cómo tomármelo —‐dije.
—¿Qué hace? ¿Planta un cartel frente al Ojo? ¿Usa la
lengua de signos?
—Sammann es demasiado listo para hacer algo así —dije.
—¿Qué dices? Parece que hables de un viejo amigo.
—A estas algunas casi lo considero un amigo. Él y yo
hemos almorzado juntos muchas veces.
—Bien, ¿cómo te habla… te habló?
—Durante los primeros sesenta y ocho días es todo muy
aburrido —dije—. Luego, el día sesenta y nueve, pasa
algo.
—¿Día sesenta y nueve? ¿Qué significa eso para los
demás?
—Bien, es como dos semanas después del solsticio y
nueve días antes de que expulsasen a Orolo.
—Vale. ¿Qué hace Sammann el día sesenta y nueve?
—Bien, normalmente, cuando llega arriba de las
escaleras, se quita una bolsa del hombro y la cuelga de un
bulto de piedra que sobresale del parapeto. Limpia el
sistema óptico. Luego va a sentarse en el parapeto, una
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