Page 437 - Anatema - Neal Stephenson
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—Bien —dijo al fin—, ¿qué pasa después?


            —Día  setenta,  nublado.  Día  setenta  y  uno,  nieva.  Día

          setenta y dos, nieva. No se ve nada porque la lente está

          cubierta  de  nieve.  Día  setenta  y  tres,  un  tiempo


          espléndido. Cuando llega Sammann, la mayor parte de la

          nieve  se  ha  fundido.  Limpia  y  almuerza.  Lleva  gafas

          oscuras.


            —¿Como gafas de sol?

            —Más grandes y más gruesas.

            —¿Como las que llevan los montañeros?


            —Es lo que pensé al principio —dije—. En realidad, tuve

          que  repasar  varias  veces  el  día  setenta  y  tres  antes  de


          comprenderlo.

            —¿Comprender  qué?  —preguntó  Lio—.  Había  mucha

          luz, había nieve, se puso gafas oscuras.


            —Oscuras  de  verdad  —dije—.  No  creo  que  fuesen

          normales, como las que se pondría alguien en la montaña.


          Yo ya las había visto. Cuando vi a Cord y a Sammann en

          la  sala  de  máquinas,  durante  Apert,  las  llevaban  para

          protegerse los ojos del arco. Y el arco era tan brillante como


          el sol.

            —Pero  ¿por  qué  Sammann  iba  a  ponerse  de  pronto

          semejante cosa para limpiar las lentes?


            —La  verdad  es  que  no  las  lleva  mientras  limpia.  Le

          cuelgan  del  cuello  —dije—.  Se  las  pone  y  se  come  el

          almuerzo, como siempre. Pero mientras come no deja de


          mirar directamente al sol. Sammann observa el sol.



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