Page 251 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—Como Simbad —dijo en una voz estrangulada—. El Viejo
del Mar. ¡Rápido, muchacha! En los bolsillos de la derecha.
Tres hacia arriba. Dos hacia abajo. Una ampolla
autoinoculante. Clávesela en cual...
Se le ahogó la voz.
Robin abrió el bolsillo, halló un paquete de ampollas de
cristal y lo sacó. Cada ampolla tenía un aguijón diminuto.
Clavó el aguijón de una de ellas en el cuello del hombre
reptante. Se desplomó. Foyíe se libró de su abrazo y se
levantó de la arena.
—¡Cristo! —murmuró, dándose masajes al cuello. Respiró
profundamente—. Sangre y tripas. Control —dijo,
volviendo a asumir su aire de tranquila calma. El tatuaje
escarlata desapareció de su rostro.
—¿Qué era ese horror? —preguntó Robin.
—Análogo. Una droga psiquiátrica para psicóticos. Ilegal.
Esos chalados tienen que liberarse en alguna forma,
retrogradarse a lo primitivo. Se identifican con un tipo
específico de animal: un gorila, un oso, un toro, un lobo...
toman la droga y se convierten en el animal que admiran.
Parece que Forrest está mochales por las serpientes.
—¿Cómo sabe todo eso?
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