Page 94 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—Un minuto —dijo Dagenham—. Hay eso de la orden del

           Almirantazgo.



           Sin  pedir  excusas  ni  ofrecer  explicaciones,  también

           desapareció. Presteign alzó las cejas.



           —Otro  que  conocía  el  secreto  de  la  Cámara  Estelar  —


           murmuró—.  Pero,  al  menos,  tuvo  el  tacto  de  ocultar  su

           conocimiento hasta que el secreto fue conocido.



           Dagenham reapareció.



           —No  tenía  sentido  el  perder  tiempo  atravesando  el

           laberinto  —dijo—.  He  dado  órdenes  en  Washington.

           Retendrán  a  Yeovil;  nos  garantizan  dos  horas,


           probablemente tres y quizá cuatro.



           —¿Cómo lo retendrán? —preguntó Bunny.



           Dagenham le dedicó una de sus macabras sonrisas.



           —Por  la  operación  FFCC  standard  de  los  Correos

           Dagenham:  Follón,  fantasías,  confusión,  catástrofes.

           Necesitaremos cada una de esas cuatro horas. ¡Maldita sea!


           He estropeado sus muñecos, Presteign.



           Los robots estaban actuando, de pronto, alocadamente, al

           haber penetrado la radiación de Dagenham en sus sistemas

           electrónicos.




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