Page 166 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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Esperé. Yo sabía lo que tenía que decir a continuación y

         lo  que  tenía  que  hacer.  Había  ido  demasiado  lejos  para

         retroceder.  Pero  me  sentía  incapaz  de  obligarme  a  dar  el

         paso inevitable. Hasta que vi formarse interrogantes tras los


         dos          rostros           expectantes;               interrogantes                pueriles,

         demoledores como el tiempo.

                Me volví hacia la puerta hecha en la roca.

                —Pero debajo del suelo, caballeros —dije—, esculpido


         en el mismo corazón de las montañas, ha quedado lo mejor

         de esos magníficos trabajos…

                Me siguieron hasta la puerta; Adams, ansioso, Ostrow,


         más lentamente. Noté en él cierta repugnancia y de nuevo

         me di cuenta de que me estaba estudiando. Se me ocurrió

         que tal vez yo no había sabido colocarme suficientemente al


         nivel de ellos, e hice un esfuerzo para remediarlo, tratando

         de  dar  a  mi  tono  y  maneras,  más  carácter  de  explicación

         amistosa.

                Corrí  la  puerta,  mostrándoles  el  metal  de  que  estaba


         hecha  y  haciéndoles  notar  su  durabilidad  infinita  y  casi

         increíble densidad molecular. Les hice trasponer la entrada

         y  expliqué  cómo  la  puerta  podía  asegurarse  mediante  la

         cerradura accionada con rayos Rho, contra toda tentativa de


         abrirla. Los conduje por el estrecho corredor y observé en

         sus  caras  el  alborear  de  una  aturdida  e  incrédula

         admiración.





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