Page 199 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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parecía ser suficiente; parecía intentar
hundirse en el interior de la máquina y su
espalda brillaba blanca bajo la luz solar
diluida.
No pude evitar reírme. Recordé que no me
había advertido cuando la cápsula con
destino a la Tierra fue lanzada de la Esfera al
espacio: bien, aquí estaba el pago.
—Nebogipfel, sólo es la luz del sol.
Nebogipfel levantó la cabeza. Ante el
incremento de la luz, las gafas se habían
oscurecido hasta hacerse impenetrables; el
pelo de la cara parecía enmarañado y bañado
en lágrimas. La piel de su cuerpo, visible a
través del pelo, brillaba pálida.
—No son sólo mis ojos —dijo—. Incluso
difuminada, la luz me hace daño. Cuando
salimos al brillo intenso del sol...
—¡Quemaduras de sol! —exclamé.
Después de muchas generaciones de
oscuridad, aquel Morlock sería más
vulnerable al débil sol de Inglaterra que el
más pálido de los británicos en el trópico. Me
quité la chaqueta.
—Tome —dije—, esto le protegerá algo.
Nebogipfel se puso la prenda alrededor,
acurrucándose en ella.
—Además —le dije—, cuando detenga la
máquina, me aseguraré de que sea de noche,
para que podamos buscarle un refugio.
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