Page 200 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Al pensarlo, me di cuenta de que llegar de
noche sería una buena idea de cualquier
forma: ¡sería un buen espectáculo aparecer
en Richmond Hill con aquel monstruo del
futuro, en medio de una multitud de
sorprendidos paseantes!
La vegetación permanente se retiró de la
colina y volvimos al ciclo de las estaciones.
Comenzamos a recorrer la era de las grandes
edificaciones de la que ya he hablado.
Nebogipfel, con la chaqueta sobre la cabeza,
miraba con evidente fascinación cómo los
puentes y los pilares pasaban por el paisaje
como niebla. En lo que a mí respecta, me
sentí aliviado al acercarme a mi época.
De pronto, Nebogipfel aulló —era un sonido
curioso, como de gato— y se apretó aún más
contra la estructura de la máquina. Miraba al
frente con ojos completamente abiertos y
perfectamente fijos.
Me volví, y comprendí que los
extraordinarios efectos ópticos que había
presenciado durante mi viaje al año 657.208
d.C. aparecían de nuevo. Creí ver increíbles
campos de estrellas que intentaban atravesar
la superficie de las cosas a mi alrededor... Y
allí, flotando a unas pocas yardas de la
máquina, estaba el Observador: mi imposible
acompañante. Tenía los ojos fijos en mí, y me
agarré al carril. Miré atentamente aquella
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