Page 333 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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después de la guerra. Ya conoce ese tipo de
sueños. Pero no es buen conferenciante. Yo
prefiero a Priestley.
Escuchamos la perorata del Escritor durante
varios minutos. Por mi parte, me alegraba de
que mi viejo amigo hubiese sobrevivido a las
vicisitudes de aquella terrible historia, y que
hubiese encontrado un papel importante
para sí mismo, ¡pero me entristecía ver lo
que el tiempo había hecho con el joven
apasionado que había conocido! Al igual que
cuando me había reencontrado con Filby,
sentí una punzada de piedad por la multitud
que me rodeaba, inmerso en un tiempo lento
y condenado a una degradación inexorable.
Y era una ironía terrible, pensé, que un
hombre con una fe tan fuerte en la
perfectibilidad de la humanidad pasase la
mayor parte de su vida dominado por la
peor guerra de la historia.
—Venga—dijo Wallis bruscamente—.
Caminemos un poco más. Los espectáculos
se repiten con gran rapidez...
Wallis me contó más cosas de su trabajo. En
el búnker de Weybridge, trabajando para la
compañía Vickers‐Armstrong, se había ga‐
nado una reputación como diseñador de
dispositivos aeronáuticos; según él, era
conocido como un «genio científico».
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