Page 532 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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—Es un poco tarde —le concedí—, para
aprender lecciones tan profundas sobre la
especie con la que he compartido el planeta
durante cuarenta y tantos años. Pero así es.
Creo ahora que si el hombre obtiene alguna
vez la paz y la estabilidad —al menos antes
de convertirse en algo nuevo como los
Morlocks—, entonces la unidad de la especie
tendrá que comenzar en lo más profundo:
construyendo sobre los pilares más firmes —
la única base posible— el apoyo instintivo
del hombre a sus semejantes. —Miré a
Nebogipfel—. ¿Ves adónde quiero ir? ¿Crees
que tiene sentido lo que digo?
Pero el Morlock ni apoyó ni rechazó esas
racionalizaciones. Simplemente me devolvió
la mirada: calmada, observadora, analítica.
Perdimos tres almas más por la enfermedad
de la radiación.
Otros mostraron algunos síntomas —Hilary
Bond, por ejemplo, sufrió una gran pérdida
de pelo— pero sobrevivieron; y otros, inclu‐
so un hombre que había estado más cerca
que nadie de la explosión, no mostraron
ningún efecto secundario en absoluto. Pero,
me advirtió Nebogipfel, no habíamos
acabado todavía con el carolinio; ya que
otras enfermedades —cáncer y otros males
del cuerpo— podían desarrollarse en
nosotros más adelante.
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