Page 529 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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habría alterado sus improvisadas drogas
para reducir el sufrimiento de aquellos
infelices.
Sin embargo, me guardé esas especulaciones.
Cada pérdida cubría con un velo mortuorio
nuestra pequeña colonia. Yo me sentía
paralizado, como si mi alma estuviese
repleta de horrores e incapaz ya de
reaccionar. Observaba a los jóvenes
soldados, vestidos con los restos
ensangrentados de ropas militares, dedicarse
a tareas deprimentes; y sabía que aquellas
muertes, en medio de la miseria brutal y
primitiva en la que ahora intentábamos
sobrevivir, les obligaba a enfrentarse
nuevamente a su propia mortalidad.
Peor todavía, después de unas pocas
semanas un nuevo mal comenzó a asolar
nuestras huestes diezmadas. Afectaba a
algunos de los ya heridos, y;
preocupantemente, a otros que parecían no
haber sufrido daños por la explosión. Los
síntomas eran desagradables: vómitos,
hemorragias por los orificios del cuerpo y
pérdida de pelo, uñas e incluso de dientes.
Nebogipfel me llevó a un lado.
—Es como temía —me susurró—. Es una
enfermedad producida por la exposición a la
radiación del carolinio.
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