Page 488 - Hijos del dios binario - David B Gil
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interpretó como un asomo de burla. Bajo su
expresión severa, casi castrense, se encontraba la
mente brillante de una psiquiatra doctorada summa
cum laude por la Universidad de Columbia, a la que
ya se consideraba la principal experta en psicología
infantil y adolescente de la American Psychological
Association cuando fue captada para dirigir St.
Martha. La promesa que se le hizo entonces fue la
de participar en un proyecto «que haría historia», y
a ello se había entregado en cuerpo y alma durante
los últimos trece años. Trece largos años apartada
de su familia y de su círculo social y académico,
todo para dirigir una extraña institución enclavada
en medio de ningún lugar. Aquello la había
convertido en una mujer de fuerte determinación y
escasa paciencia, ante cuya penetrante mirada era
difícil oponer resistencia.
Y pese a ello, su autoridad cedía ante Nicholas:
rehuía la confrontación directa con él, le fascinaba
su carácter impropio de un preadolescente y su
calmada forma de manejarse, le embargaba la
necesidad de empatizar con él... Y a un nivel más
primario e inconfesable, le interesaba el hombre en
potencia que comenzaba a eclosionar bajo la
personalidad de aquel muchacho.
—Necesito que me respondas con claridad a
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