Page 699 - Hijos del dios binario - David B Gil
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—¿Esta noche?
—Ese viejo es un puto paranoico, tío. Tiene
docenas de pisos francos por toda la ciudad:
hoteles, burdeles, mansiones en las colinas,
búnkeres subterráneos... Nunca duerme dos veces
en el mismo sitio por miedo a que un agente chino
lo encuentre y le descerraje un tiro entre ceja y ceja.
Es imposible llegar hasta él, a no ser que él quiera
verte.
—¿Dónde están esos lugares? Dame las
direcciones que conozcas —exigió el hombre con la
pistola.
—Dios, no lo sé, ¿vale? —confesó Yuen,
atormentado—. Cuando me han llamado a su
presencia, siempre me han llevado en un coche con
cristales negros. No..., no tengo ni idea, joder.
Podría mentirte, tío, pero estoy siendo sincero
contigo. No puedo darte más.
Daniel apretó los dientes y Yuen debió de sentir
la tensión de su brazo, pues se encogió sobre sí
mismo, esperando escuchar la detonación en
cualquier momento. Para su sorpresa, el intruso
levantó el arma. Cuando se atrevió a abrir los ojos y
girar la cabeza, se descubrió a solas, con la única
compañía de aquel coro de creyentes que
murmuraba su ininteligible letanía sin fin.
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