Page 20 - EL CORAZON DE LA REVOLUCION
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El hambre crea fenómenos en los cuales mueren las
ideas de ayer y crecen nuevas ideas. Las más grandes
revoluciones de todos los tiempos fueron gestadas por el
hambre.

    Hasta entonces la imponente tierra de faraones no
había conocido una revolución e ignoraba que en la
hambruna que la acosaba, estaba germinando la primera.
A la falta de comida se sumaba el descontento con sus
dioses a los que sentían totalmente hostiles. En todos los
aspectos, la peor situación la vivían quienes pertenecían
a las clases sociales más bajas.

    Consideremos que sólo podían acceder a la
momificación, quienes podían pagar por ella. Un ritual
que formaba parte de las más arraigadas tradiciones
religiosas egipcias, no estaba sin embargo al alcance de
cualquiera. Las vendas de la momificación medían mil
pies y solía decirse que el pobre no tenía derecho ni
siquiera a un pie. Cuando moría un campesino, si tenía
“suerte”, sus restos eran llevados al desierto.

    La revolución estalla como consecuencia del problema
social, no deriva solamente de una confrontación
religiosa. La religión de Atón se pudo haber seguido
practicando en convivencia con los demás dioses como
hasta entonces. El dios Atón nunca representó un peligro
para las grandes deidades como Amón Ra, Osiris, Isis o
Hator, ya que eran muy pocos sus adeptos. La mayoría
de ellos pertenecían a las tribus semitas que vivían en
Egipto. Los abrahamitas vivían separados, tenían otras
costumbres, otras creencias. A excepción de los que eran
ricos quienes se asimilaban a los templos egipcios y
conciliaban su dios o su monoteísmo con otras

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