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Arte e Historia

                                                             en la colección de Artes Visuales del Banco Popular Dominicano

Se traslada en 1934 a México, en momentos del auge muralista, exponiendo individualmente (1936)
y asumiendo docencia. Luego viaja a Cuba donde también enseñó y expone sus obras, regresando al
país natal, celebrando individual en la capital dominicana (1938). Desalentado por la mediocridad del
ambiente decide retornar a Francia donde reside su esposa la pintora japonesa Toyo Yutaca Karimono,
aconteciendo la guerra mundial que lleva a la pareja a trasladarse a Barcelona, donde trabajan inten-
samente y exponen con éxito. En Barcelona había ejecutado un mural, preámbulo de los que ejecuta
en Cala Murtra, isla de Mallorca. Al fresco pintó escenas religiosas en la tranquila y solitaria residencia
campestre de Ignacio Rotgen.

    Colson hizo proyectos murales que escandalizaron a los puritanos. De igual manera, al celebrar
individual en Barcelona. Sus temas eran de una sexualidad cruda y feroz, condicionada por las doctri-
nas freudianas desde la década 1920. En 1949 retorna a Paris donde reinaba el caos de la postguerra,
exponiendo en colectiva en momentos en que la abstracción en Nueva York desplazaba a la capital
francesa como centro internacional de las artes. Su encuentro con el intelectual Rafael Díaz Niese le
animó a regresar a tierras dominicanas en 1950, siendo nombrado Director General de Bellas Artes.
Conflictos ideológicos, su enfrentamiento con la realidad dominicana y con los artistas refugiados no
impidieron su vuelta al discurso neohumanista con un planteo estético neocubista, y la celebración de
una individual en el Palacio de Bellas Artes, en 1956. Al siguiente año, 1957, viaja a Haití donde reside
durante varios meses; le anima una revisión de sus lenguajes conocidos que se llenan de contenido
étnico neoafricano.

    «Bon Jour M’sié Colson», tinta/papel, 25.5x64 cms., 1957. Dibujo de la serie haitiana del maestro en el que
se refunden conceptos cubistas en una conjugación de simultaneidad, asociada a un prototipo racial que
redefine el concepto neohumanista. El lirismo de la simpática negrita, estilizada y portando un saludo
escrito que cuelga de sus manos levantadas dimensioniliza la tipificación del sujeto femenino por encima
del paisaje marino.

Eligio Pichardo. (Salcedo, 1929/Santo Domingo, 1984). Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes,

con los maestros fundadores Pascual, Lothar, Gausachs, Hausdorf, Woss y Gil y Vela Zanetti, graduándose
en 1948. En 1951 es profesor de dibujo de la institución cuando obtiene el Premio Nicaragua en la Bienal
Hispanoamericana de Madrid. En esa fecha el Estado dominicano lo contrata para ejecutar murales en
diversos planteles escolares sobre escenas de historia nacional y sobre las aventuras del Quijote, de Cervan-
tes, entre 1951-1954. Recibió beca del Instituto Cultura Hispánica, residiendo en España, hasta su retorno
al país natal, reasumiendo la docencia, celebrando muestras personales y participando en varias ediciones
de la bienal nacional, alcanzando galardones en 1958 y 1960. Para estos años, su estatura era reconocida

                                                                                                                                                      «Fragmentos de un mural»
                                                                                                                                                                Eligio Pichardo

                                                                                  76
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