Page 116 - iIndependencia 1849-1856.
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116 Wenceslao Vega B.
Me siento complacido, Señor Cónsul General, de poder comu-
nicarle esta respuesta. Esta le servirá de patrón en las conversa-
ciones que usted pueda tener con el Emperador sobre este mismo
asunto. El efecto de estas propuestas fue fatal para la influencia de
Inglaterra, pues con razón o no, desde hace tiempo Inglaterra y sus
agentes son vistos como los amigos, los consejeros y los sostenedores
del Emperador Faustino y de los negros de Haití. El Señor Cónsul
de Su Majestad Británica fue avisado por su colega que el Señor
Cónsul General de Francia vendría sin duda a Santo Domingo
con el mismo objetivo. Respondí que esto era imposible; que el Sr.
Raybaud había tenido ya la ocasión de rechazar semejantes pro-
puestas; que Francia estaría mas feliz que ninguna otra nación de
ver el fin de esta espantosa guerra; pero que sus Agentes no podían
convertirse en representantes de condiciones que equivalían a una
capitulación, que yo estaba lejos de creer que usted vendría a Santo
Domingo, pero si lo hacía era únicamente con el propósito de saber
cual sería el límite de las concesiones que los dominicanos estarían
dispuestos a hacer a fin de lograr la paz, y llevar a su Gobierno
los consejos de vuestra gran experiencia. Usted comprenderá, Señor
Cónsul General, la razón de esta respuesta. Los Dominicanos no
aceptarán jamás tales condiciones. Ellos vieron esta propuesta no
solo como sospechosa, sino que consideran sus enemigos a todos
aquellos que la representan. El Emperador Faustino, si tiene la in-
teligencia de un hombre de estado, debe contentarse con completar
su territorio dentro de los límites establecidos por la frontera. Debe
absolutamente renunciar a su idea de obligar a Santo Domingo
a aceptar la soberanía de Puerto Príncipe. El tiempo es un gran
maestro en política; entonces que él sepa esperar. En este momento
todo empuja a ese país hacia los brazos de América, que él no le
de el último impulso, pues él mismo cerraría su propio porvenir.35
Las consideraciones del cónsul francés Lemieussens en la
carta anterior que dirigió a su colega en Haití, revelan las
35 E. Rodríguez Demorizi, Correspondencia del cónsul, tomo II, pp. 336-337.

