Page 52 - iIndependencia 1849-1856.
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52	 Wenceslao Vega B.

Soulouque, ahora emperador bajo el nombre de Faustino I, inva-
dió de nuevo el territorio dominicano, para pronto ser vencido
en las batallas de Santomé, Jácuba, Cambronal y Sabana Larga.1

    Todas las invasiones haitianas tuvieron parecidas característi-
cas. Unas proclamas rimbombantes del presidente o emperador
de turno con lisonjas y amenazas; la preparación de uno o más
cuerpos de ejército que invadían por la región sur o la norte o
ambas a la vez. Triunfos iniciales de las tropas haitianas a medida
que iban penetrando en el interior del país, todas con miras de
juntarse al llegar a la capital Santo Domingo. Ataques de guerri-
llas por tropas dominicanas que debilitaban y desorganizaban los
cuerpos del ejército haitiano a medida que iban penetrando y,
finalmente, encuentros frente a frente, donde los haitianos eran
vencidos. Tras las batallas, la huida desorganizada de los haitianos
hacia su territorio. Crisis política en Haití debido a las derrotas,
con fusilamiento de los generales vencidos, y en dos ocasiones
caídas del gobierno haitiano.

    Las victorias dominicanas no se produjeron por superio-
ridad numérica, ni por mayor pericia militar. Varios factores
incidieron en lo que parece un triunfo constante de tropas
irregulares e inexpertas sobre ejércitos regulares bien entrena-
dos y organizados. La primera razón proviene de que, en Haití,
la conscripción militar era muy impopular. El tener que dejar
sus sembradíos y hogares, no producía mucho entusiasmo a los
soldados haitianos, en su mayoría de extracción rural y quienes
habían recibido sus pequeños predios bajo las reformas agrarias
de Petión y Boyer. Ellos necesitaban dar constante atención a sus
conucos, en especial en períodos de cosecha. Otra razón era que
los ejércitos dominicanos, aunque irregulares y también sujetos
a conscripción obligatoria, estaban compuestos, generalmente,
por jóvenes de las propias regiones invadidas o dirigidos por sus
caudillos locales, que luchaban para preservar sus posesiones y,

1	 F. Moya Pons, Manual de historia dominicana, pp. 282-284, 300-301, 305-306 y
   317-318.
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