Page 94 - iIndependencia 1849-1856.
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94	 Wenceslao Vega B.

            se apodera de la situación. La ciudad se colma de mujeres y ni-
            ños que llegan desde las Matas, San Juan, de Azua, Baní y de
            San Cristóbal. En menos de cuatro días las casas han quedado
            atestadas y todos esos desdichados que han llegado sin provisiones
            han provocado una especie de escasez, tanto más grande cuando se
            considera que casi nada se ha traído del campo al formar parte, la
            gran mayoría de los agricultores, de ese disperso ejército. Previendo
            situaciones parecidas, reuní en mi casa algunas provisiones de
            harina, arroz, maíz, pollo, cordero, etc., pero ante una miseria
            tan grande, no he podido resistir y he hecho ya distribuciones a
            esos desdichados que mueren de hambre. Continuaré haciéndolas
            mientras me quede algo. ¿Pero qué nos pasará si este estado de
            cosas se prolonga?4

    El recién llegado cónsul británico, Schomburgk, ya había in-
formado a su Canciller en oficio del 10 de febrero de 1849:

                 Desembarqué en Sto. Domingo el 20 de enero y confirmé que
            los reportes de la invasión estaban confirmados por los hechos; por
            lo que la joven República Dominicana, quien tiene ya que luchar
            con numerosas dificultades respecto a sus asuntos financieros,
            se ha visto obligada a aumentar considerablemente su Ejercito
            permanente con el fin de repeler la invasión. Por lo que he podido
            averiguar del Ministro de Guerra, hay unos 4,000 Dominicanos
            en la frontera y se han embarcado 200 hombres más para Azua,
            y otros los seguirán. Las proclamas anexas le darán a Su Señoría
            una idea del espíritu que aquí prevalece; y debo agregar que el
            Presidente ha emitido una proclamación general para armar a
            todos los Dominicanos de la edad de 12 años a 60 años; sin
            embargo, no ha sido puesto en vigencia todavía [...]. Parece ser
            la opinión general, fundada en anteriores acciones hostiles entre
            Haitianos y Dominicanos, que el ejército de estos últimos aunque

4	 E. Rodriguesz Demorizi, Correspondencia del cónsul, tomo II, pp. 180-181.
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