Page 12 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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PORCIA.-  Si pudiera desear la bienvenida a este quinto de tan buen
                             grado como me dispongo a decir adiós a los otros cuatro, me sentiría
                             dichosa con su llegada. Aunque tuviese las cualidades de un santo y
                             el aspecto de un diablo, le querría mejor para confesor que para
                             marido. Ven, Nerissa; marcha delante, granuja. Apenas hemos corrido
                             el cerrojo tras de un pretendiente cuando otro llama a la puerta.
                             (Salen.)



                             Escena III




                             Venecia. -Una plaza pública.



                             Entran BASSANIO y SHYLOCK.

                             SHYLOCK.-  ¿Tres mil ducados?... Bien.
                             BASSANIO.-  Sí, señor; por tres meses...
                             SHYLOCK.-  ¿Por tres meses?... Bien.
                             BASSANIO.-  Por cuya suma, según os he dicho, Antonio saldrá fiador.
                             SHYLOCK.-  ¿Antonio saldrá fiador?... Bien.
                             BASSANIO.-  ¿Podéis servirme? ¿Queréis complacerme? ¿Conoceré
                             vuestra respuesta?
                             SHYLOCK.-  ¿Tres mil ducados por tres meses y Antonio como fiador?
                             BASSANIO.-  Vuestra respuesta.
                             SHYLOCK.-  Antonio es bueno.
                             BASSANIO.-  ¿Habéis oído alguna imputación en contrario?
                             SHYLOCK.-  ¡Oh!, no, no, no, no. Mi intención al decir que es bueno
                             es haceros comprender que lo tengo por solvente. Sin embargo, sus
                             recursos son hipotéticos; tiene un galeón con destino a Trípoli;
                             otro en ruta para las Indias; he sabido, además, en el Rialto1 que
                             tiene un tercero en Méjico y un cuarto camino de Inglaterra. Posee
                             algunos más, esparcidos aquí y allá. Pero los barcos no están hechos
                             más que de tablas; los marineros no son sino hombres; hay ratas de
                             tierra y ratas de agua; ladrones de tierra y ladrones de agua;
                             quiero decir piratas. Además, existe el peligro de las olas, de los
                             vientos y de los arrecifes. No obstante, el hombre es solvente. Tres
                             mil ducados. Pienso que puedo aceptar su pagaré.
                             BASSANIO.-  Estad seguros que podéis.
                             SHYLOCK.-  Me aseguraré que puedo, y a fin de ratificarme, voy a
                             reflexionar. ¿Puedo hablar con Antonio?
                             BASSANIO.-  Si os agradase comer con nosotros.
                             SHYLOCK.-  ¡Sí, para recibir el olor del puerco! ¡Para comer en la
                             casa en que vuestro profeta, el Nazareno, hizo entrar, por medio de
                             exorcismos, al diablo! Me parece bien comprar con vosotros, vender
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