Page 15 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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ofrecimiento es generoso.
                             ANTONIO.-  Sería, en efecto, pura generosidad.
                             SHYLOCK.-  Pues quiero probaros esta generosidad. Venid conmigo a
                             casa de un notario, me firmaréis allí simplemente vuestro pagaré, y
                             a manera de broma será estipulado que, si no pagáis tal día, en tal
                             lugar, la suma o las sumas convenidas, la penalidad consistirá en
                             una libra exacta de vuestra hermosa carne, que podrá ser escogida y
                             cortada de no importa qué parte de vuestro cuerpo que me plazca.
                             ANTONIO.-  Conforme, a fe mía; firmaré ese pagaré y diré que hay
                             mucha generosidad en el judío.
                             BASSANIO.-  No firmaréis por mí un compromiso como ese; prefiero
                             continuar en el apuro en que estoy.
                             ANTONIO.-  Bah, no temáis, hombre; no caeré en falta. De aquí a dos
                             meses, es decir, un mes antes de la expiración de ese pagaré, espero
                             ingresos de tres veces el triple del valor del recibo.
                             SHYLOCK.-  ¡Oh, padre Abraham! ¡Vaya unos cristianos, cuya crueldad
                             de sus propios actos les enseña a sospechar de las intenciones del
                             prójimo! Os lo suplico, responded a esto; si por casualidad él
                             faltara al pago el día convenido, ¿qué ganaría yo al exigir el
                             cumplimiento de la condición? Una libra de carne humana no tiene
                             tanto precio ni puede aprovecharse tanto como la carne de carnero,
                             de buey o de cabra. Os lo repito: para conquistar su afecto os hago
                             esta oferta amistosa; si quiere aceptarla, bien; si no, adiós. Y en
                             reciprocidad de mi afecto, no me injuriéis, os lo ruego.
                             ANTONIO.-  Sí, Shylock; firmaré ese pagaré.
                             SHYLOCK.-  Entonces, esperadme en seguida en casa del notario; dadle
                             las instrucciones necesarias para este divertido documento, y a mi
                             llegada os embolsaré inmediatamente los ducados. Quiero dar un
                             vistazo a mi casa, que he dejado temblando bajo la custodia poco
                             segura de un pillo descuidado, y al momento me reúno con vosotros.
                             (Sale.)
                             ANTONIO.-  Apresúrate, amable judío. Este hebreo acabará por hacerse
                             cristiano; ya va siendo obsequioso.
                             BASSANIO.-  No me placen términos finos y alma de bribón.
                             ANTONIO.-  Marchemos; no puede resultar nada desagradable. Mis
                             barcos regresarán un mes antes del día convenido. (Salen.)





                        Acto II


                             Escena I




                             Una habitación en la casa de PORCIA.
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