Page 13 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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con vosotros, hablar con vosotros, pasearme con vosotros y así
sucesivamente; pero no quiero comer con vosotros, beber con
vosotros, ni orar con vosotros. ¿Qué noticias hay del Rialto? ¿Quién
llega aquí?
(Entra ANTONIO.)
BASSANIO.- Es el signior Antonio.
SHYLOCK.- (Aparte.) ¡Qué fisonomía semejante a un hipócrita
publicano! Le odio porque es cristiano, pero mucho más todavía
porque en su baja simplicidad presta dinero gratis y hace así
descender la tasa de la usura en Venecia. Si alguna vez puedo
sentarle la mano en los riñones, satisfaré por completo el antiguo
rencor que siento hacia él. Odia a nuestra santa nación, y hasta en
el lugar en donde se reúnen los mercaderes se mofa de mí, de mis
negocios y de mi ganancia legítimamente adquirida, que él llama
usura. Maldita sea mi tribu si le perdono.
BASSANIO.- Shylock, ¿escucháis?
SHYLOCK.- Estoy haciendo la cuenta de mi capital disponible al
presente; y a lo que puedo fiarme de mi memoria, veo que me es
imposible afrontar inmediatamente la suma de tres mil ducados. ¿Qué
importa? Tubal, un rico hebreo de mi tribu, me proveerá. Pero, vamos
despacio... ¿Por cuantos meses deseáis esa suma? (A ANTONIO.) Que
la dicha sea con vos, mi buen signior. Acabábamos justamente de
hablar de vuestra señoría.
ANTONIO.- Shylock, aunque yo no preste ni tome prestado con la
condición de dar o de recibir más que lo tomado a préstamo o
prestado, sin embargo, saldré esta vez de mis hábitos para subvenir
a las apremiantes necesidades de mi amigo. (A BASSANIO.) ¿Está
informado de lo que necesitáis?2
SHYLOCK.- Sí, sí; tres mil ducados.
ANTONIO.- Y por tres meses.
SHYLOCK.- Había olvidado... tres meses. (A BASSANIO.) Así lo
habéis dicho, verdaderamente. (A ANTONIO.) Bien, entonces venga el
pagaré y concluyamos. Pero escuchad un poco; me parece que acabáis
de decir que ni prestáis ni tomáis prestado a interés.
ANTONIO.- No lo hago nunca.
SHYLOCK.- Cuando Jacob llevaba a pastar los rebaños de su tío
Labán, este Jacob, que fue de la familia de nuestro santo Abraham,
gracias a las medidas que su prudente madre tomó en su favor, el
tercer descendiente...; sí, fue el tercero...
ANTONIO.- ¿Y a cuento de qué viene ahora Jacob? ¿Prestaba a
interés?
SHYLOCK.- No recibía interés, no recibía directamente interés, como
decís. Pero fijaos bien lo que hizo. Labán y él habían tomado el
acuerdo de que todos los recentales3 listados y moteados fueran para
Jacob, en concepto de salario. Cuando al final del otoño los machos
ardorosos buscaban a las hembras y la obra de generación se
efectuaba entre los lanudos seres, el astuto pastor se proveía de

