Page 109 - Los Humanoides - Jack Willianson
P. 109

acercándose  a  su  dormitorio  atraídos  por  la


            destrucción de su custodio, deseó alejarse de allí.


                    Lo deseó como nunca deseara cosa alguna en su

            vida.


                    Pero era un hombre de ciencia. No podía imaginar

            los  mecanismos  de  la  teleportación.  Por  eso  no  se


            sorprendió cuando no ocurrió nada.


                    —¡Por favor, doctor! ¡Trate de hacerlo! —la voz de

            la niña era ahora más ansiosa y entrecortada.



                    —¡Traté  pero  no  pude!  —Claypool  dejó  caer  las

            manos en gesto de amargo fracaso.


                    Los  deditos  fríos  y  delgados  de  la  criatura

            volvieron a oprimir la mano del astrónomo.


                    —El señor White dice que podemos transportarlo


            —insistió—.  Yo  he  movido  rocas  más  grandes  que

            usted! ¡Vamos! \Ellos están viniendo!


                    Claypool oprimió con fuerza la manita temblorosa,


            sabiendo que nada ocurriría. Así fue.


                    Los dedos de Aurora se soltaron; sus ojos enormes

            estaban llenos de lágrimas de frustración.


                    Algo oscuro y rapidísimo pasó frente a las grandes


            ventanas  del  dormitorio.  Eran  las  máquinas  que  se

            acercaban  alarmadas  por  el  silencio  del  humanoide

            destruido por la niña.







                                                          109
   104   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114