Page 111 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Capitulo XII


                    De        inmediato               Claypool              comprendió:                 los


            humanoides,  con  sus  sentidos  rodomagnéticos,  no

            necesitaban  luz  para  orientarse  y  esperaban

            confundirlo sumiéndolo en tinieblas.


                    —Lo siento mucho —la voz de la niña llegó hasta


            él  débilmente—,  pero  el  señor  White  dice  que  debo

            marcharme.


                    Por un segundo Claypool se sintió a solas en medio


            de aquel silencio aterrador.


                    —¡Aurora¡ —musitó luego—. ¡Espera!


                    Para  su  infinito  alivio,  la  vocecita  de  la  niña  le

            contestó:


                    —Lo siento, pero el señor White dice...



                    —¡Espera! No puedo ir contigo, pero dile al señor

            White que tengo otro medio...


                    No  comprendía  las  leyes  de  aquella  ciencia


            parafísica dominada por el extraño filósofo, pero con la

            imaginación  podía  ver  los  proyectiles  mortíferos  del

            Proyecto Rayo alineados en el subterráneo secreto. Más


            veloces  que  la  luz,  podían  llegar  hasta ʺAla  4ªʺ  y

            convertir al planeta en una pequeña nova en escasos

            minutos.  Una  sensación  salvaje  y  ansiosa  dominó  a


            Claypool. —Si logramos salir de aquí, puedo detener a

            los  huma—noides  —dijo—.  Cuando  esas  máquinas




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