Page 113 - Los Humanoides - Jack Willianson
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—El señor Afortunado Ford podrá ayudarnos... —
repuso Aurora suavemente,
—Pero ni siquiera está aquí... —comenzó a decir el
astrónomo— ¿Cómo...?
Luego miró en derredor, tratando de perforar las
tinieblas: las grandes puertas del dormitorio se
abrieron lentamente, sin que se viera mano alguna
empujarlas. Una luz sin sombras inundó la habitación.
La criatura explicó gravemente:
—Ei señor Ford me pide que le explique que los
efectos extrafísicos no son funciones del tiempo o el
espacio físico..., me dice que la telequinesis... —la niña
luchaba valerosamente contra las largas palabras, pero
Claypool no la escuchaba.
Desde el extremo del corredor llegaban dos
pequeñas figuras que se movían con celeridad
increíble. Una de ellas llevaba en las manos un objeto
brillante: una jeringuilla hipodérmica.
El astrónomo comprendió que planeaban
inyectarle euforidina. Instintivamente trató de colocar
a la niña a sus espaldas para protegerla, pero Aurora
avanzó un paso y miró a los dos humanoides con sus
ojos grandes y triste?. Les dos robots se detuvieron
repentinamente y cayeron de bruces.
El frío del piso recordó a Claypool que estaba
descalzo, pero no tenía tiempo de buscar sus zapatos.
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