Page 42 - Los Humanoides - Jack Willianson
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ʺAfortunadoʺ Ford era un hombrecillo que estaba
acurrucado junto al fuego, calvo y anguloso, con ojos
pequeños y astutos. En su vida pasada había sido un
jugador profesional, según aclaró White. Claypool lo
miró con cierto asombro: mientras mascaba su goma,
jugaba distraídamente a los dados, arrojando dos que
siempre sumaban siete al quedar inmóviles. Cuando
advirtió que el astrónomo había clavado la mirada en
los dados, sonrió.
—Telekinesis —dijo con voz nasal—. El señor White
me enseñó la palabra, pero lo que sé es que siempre
saco el número que deseo.
Los dados golpearon contra un trozo de leña y salió
otro siete.
—Esto no es tan provechoso como usted puede
creer —prosiguió Ford cínicamente—. Todos los
jugadores lo tienen en mayor o menor grado y lo
llaman ʺsuerteʺ. Pero cuando uno gana, los tontos
siempre creen que se los estafó. Entonces interviene la
ley... El señor White me sacó de una cárcel rural.
Ash Overstreet era un hombre corpulento y gordo.
Estaba sentado sobre una roca, inmóvil. Sus ojillos se
veían disminuidos tras los gruesos cristales de sus
anteojos y su aspecto general era descuidado y
enfermizo.
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