Page 185 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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I














                     No hago nada en todo el día. No enciendo el


              fuego.  No  aso  el  pescado.  Lo  dejo  en  el


              portapeces  colgando  de  una  rama.  Un  reclamo


              para  los  osos  y  los  pumas.  Me  da  igual.  Me


              levanto  a  mear,  bebo  un  poco  del  arroyo,  que


              baja  más  frío  después  de  una  noche  helada.


              Lleva  menos  caudal,  el  árbol  caído  sobre  las


              rocas  queda  más  separado  del  agua.  Así  pues:


              retirada. El corazón se me encoge como el río.




                     Vuelvo  al  saco  de  dormir  y  me  tumbo  a  su


              lado. Dormito. Muevo la pierna para notar el peso



              de su cuerpo. Está distinto, rígido, pero es él. Por


              la  tarde  bebo.  Hace  fresco.  El  sol  ha  caído  de


              lleno  sobre  el  arroyo,  sobre  nosotros  dos,  unas


              tres o cuatro horas y luego se ha ido. El pescado


              empieza a oler. Qué más da.




                     Espero a que llegue la noche sin desenrollar


              la  lona.  ¿Cómo  decía  aquella  canción?  Si me


              muero mientras duermo, dale de comer a Jake,


              que ha sido un buen perro…  Quizá  habría  sido



              mejor así. Pero entonces se habría muerto él de




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