Page 190 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Primero un pie, luego el otro. Inspirar, espirar.
Beber del arroyo. Mear. Comer tiras de venado.
Dejar su cecina en el camino para los coyotes y
los arrendajos. Pero es una pérdida que no
puedes metabolizar. Está en las células de tu
cara, en tu pecho, detrás de los ojos, en los
pliegues de tus entrañas. Músculo nervio hueso.
En todo tu ser.
Al andar lo impulsas hacia delante. Cuando
sueltas el trineo y te sientas en un tronco caído
y… Te lo imaginas a tu lado, hecho un ovillo en la
mancha de sol o tumbado encima de tus pies. No
te encuentras muy bien. Entonces el Dolor se
sienta junto a ti, te rodea los hombros con su
brazo. Es tu mejor amigo. Constante. Y por la
noche no puedes soportar oír tu respiración sin el
contrapunto de otro aliento, y bajo la gran quietud
se oye, como una banda sonora, el estruendo de
la catarata de todas las cosas que te van
arrebatando. Entonces el Dolor se tiende a tu
lado, pegado a ti. Ni siquiera te molesta con el
ruido de su respiración.
Filosofía barata, ¿eh, Jasper? Me pongo en
plan poético cuando lo único que pasa es que te
echo de menos. Te echo de menos que te cagas.
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