Page 222 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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enderezó en un acto reflejo y bajó hasta el fondo


              de  la  cañada,  donde  se  paró  ante  el  rastro  del


              trineo  en  la  arena.  El  segundo  venía  tan  rápido


              que casi lo derriba, ansioso por lanzar el ataque.


              Era  un  tío  enorme,  con  barba  pelirroja  y


              pertrechado  con  otra  espada.  Desaparecieron


              mis últimos escrúpulos. Asesinos. Eran asesinos.


              Quería cargármelos. Duro ahí, Hig, así se hace.



              Las  palabras  de Bangley  me  llegaban  como  por


              telepatía. Creo que hasta llegué a salivar. Pobre


              presa  la  que  cayese  en  las  garras  de  aquellos


              hombres.  El  tercero  tenía  el  pelo  largo,  una


              melena hirsuta y sucia que le llegaba a la cintura,


              la  cara  lampiña,  iba  vestido  con  un  chaleco  de


              motorista de cuero negro y armado con un bate



              de  béisbol  erizado  de  tornillos.  Tornillos  largos,


              de  medio  centímetro  de  diámetro,  con  las


              cabezas  serradas  y  los  cuerpos  afilados.  El


              Pelirrojo  y  el  Tornillos  adelantaron  al  cabecilla  y


              siguieron corriendo por el fondo, espoleados por


              su sed de sangre, y a poco más de treinta metros


              de mí se pararon a mirar a su alrededor. Tenía a


              esos  tres.  Otros  tantos  se  iban  acercando,  una


              masa  animada  de  contornos  borrosos.  A  esos



              tres  también  los  tenía.  De  delante  hacia  atrás,


              solo  que  el  cabecilla,  el  Pelirrojo  y  el  Tornillos





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