Page 389 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Se  había  dado  cuenta  desde  el  primer


              momento  de  que  podíamos  despegar  sin  él  y


              recogerlo luego, pero no dijo ni pío. Supongo que


              por  dos  motivos:  uno,  que  no  era  de  los  que


              cogen lo que no se les ha ofrecido; y dos, que le


              costaba  marcharse.  Una  parte  de  él,  quizá  la


              mayor,  quería  quedarse,  ver  menguar  el  arroyo,


              acompañar al ganado en el paso al otro mundo,



              morir  en  su  rancho  y  servir  de  abono  al  suelo


              pedregoso.




                     Para  un  hombre  con  sus  años  y  sus  valores


              aquella opción era preferible a la otra en muchos


              aspectos.  El  viaje  a  una  tierra  extraña,  porque


              ahora  era  una  Tierra  Extraña  en  todos  los


              sentidos. Además, estaría en la llanura, no en las


              montañas:  tendría  que  adaptarse  a  una  nueva



              vida,  enfrentarse  a  nuevas  amenazas,  a  nuevas


              reglas,  a  reglas  ajenas.  Era  una  perspectiva  de


              mierda. Y si le hubiera dicho a ella que prefería


              quedarse,  le  habría  hecho  mucho  daño,  ella  no


              se lo habría permitido, se habría puesto histérica,


              tan histérica como puede ponerse una mujer que


              ha pasado por todo lo que ella había sufrido. Ella


              no se lo perdonaría nunca.




                     Así que el frágil manual de vuelo, con su tabla






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