Page 513 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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La  maravilla  de  que  un  desconocido  los


              tocara, de no ser ya intocables.




                     Yo  estaba  preocupado,  pero  solo  por  ver


              aquella escena casi valía la pena lo que pudiera


              ocurrir.




                     Se instaló en una habitación de la vieja granja


              a la que en los buenos tiempos debían de llamar


              con el anticuado nombre de salón de recibir, y los


              examinó  a  todos,  Llevaba  guantes  de  látex.  Se


              los  veía  en  las  manos  cada  vez  que  abría  la


              puerta de la cocina y llamaba al siguiente en voz



              baja.  Debía  de  tener  una  buena  reserva  en  su


              maletín.  Cosía  los  cortes,  vendaba  las  heridas,


              pedía  cubos  de  agua  templada.  Orientó  a  una


              joven  embarazada  de  seis  o  siete  meses.


              Consoló a un hombre mayor al que se oía llorar


              desde el otro lado de la puerta mosquitera de la


              cocina. Me dijo que podía acercarme, mezclarme



              con  ellos.  Es  un  miedo  infundado.  Como  la


              hepatitis C,  dijo.  Como  el  VIH  antiguamente.


              Intercambio de fluidos, sangre. Si no…




                     Ese  miedo  infundado  les  había  salvado  la


              vida. Los grandes letreros en las vallas, al final de


              sus  campos:  EL  MAL.  El  terror  que  provocaban








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