Page 508 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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—era el décimo o el undécimo día—, lo suficiente
para sentarse en el sofá, mirar al Abuelo de
arriba abajo y hablar con su labio cosido.
Aquí tenemos al otro viejo, gruñó Bangley.
Fue lo primero que dijo.
El Abuelo sonrió torciendo la boca, y yo
pensé: Pero joder, si hasta sonríen casi igual.
Bangley tenía las manos vendadas y el Abuelo se
le acercó y le tocó el antebrazo. Fue un gesto
conmovedor y respetuoso.
Te defendiste como un jabato.
Bangley lo miró fijamente con aquellos ojos
que podían fragmentarse como un caleidoscopio.
No dijo nada.
Diez o doce, ¿verdad? ¿Tres de ellos
armados?
Catorce, contestó Bangley con voz áspera.
Catorce y cuatro.
El Abuelo asintió en silencio.
¿Qué es lo que atravesó el techo?
Una roca. O algo así. Tenían un puto cañón
ligero.
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