Page 92 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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que había traído lleno de armas de todos los
géneros asesinos y de minas, comida enlatada y
munición. Para hacer funcionar las sierras y los
taladros llevamos hasta allí un generador que
alimentamos con gasolina de aviación y que
tenemos en un hangar sin electricidad de la parte
del norte. Bangley no era un carpintero nato y esa
fue la única vez que lo vi aplicarse a un trabajo
manual con algún entusiasmo. Ahora sé que
aquel ímpetu, aquel fuego, se debía a la visión de
los disparos largos y limpios que iba a hacer con
su .408. Se moría de ganas de subir a la
plataforma a instalar el banco de tiro y el
dispositivo de fijación que se había pasado horas
diseñando. Y el soporte del catalejo y el del
telémetro láser. Esas cosas (el arma, el catalejo o
el telémetro) no las dejaba nunca en la torre, pero
sí que dejaba un indicador de la velocidad y la
dirección del viento en lo alto del mástil, a cierta
distancia de la torre para que el tejado no lo
despistara, y también dejaba sus tablas de
balística en una chulada de cajón con juntas de
cola de milano que le hice.
Su distancia preferida era mil trescientos
metros: lo bastante cerca para asegurar el tiro
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