Page 18 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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femenino se regían por un conjunto de impulsos pri‐
marios, oscuras suposiciones, teorías confusas,
fragmentos de conversaciones oídas al azar, malos
consejos apenas recordados, y fragmentos de anécdotas
sin duda exageradas que a efectos prácticos eran
supersticiones. En ese caso, le indicaban que no debía
pedir la cicatriz.
Además, tenía una buena colección de Miras: gafas de
sol no demasiado elegantes con cruces en las lentes del
ojo dominante. Eran maravillosas para la puntería y
también eran bastante conspicuas, por lo que todos
sabían que no debían joder a un tío que llevaba Miras.
—Dé un giro —dijo el tipo, y dio la vuelta al sillón,
un viejo y enorme sillón de barbero recubierto de plástico
de colores, con lo que Bud acabó frente a un maniquí al
otro extremo de la habitación. El maniquí no tenía ni
cara ni pelo y estaba cubierto de pequeñas marcas de
quemaduras, al igual que la pared tras él.
—Estado —dijo Bud, y sintió que la pistola zumbaba
ligeramente en respuesta.
—Listo —dijo, y recibió otro zumbido como respuesta.
Puso la cara justo en dirección al maniquí.
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