Page 198 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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como un violento motor. Los murciélagos colgaban
boca abajo y observaban a Isaac con ojos pequeños y
fervorosos, mientras las serpientes libélula siseaban
sobre el frufrú de sus alas elegantes.
No se había limpiado el suelo de las jaulas, y el olor
acre del guano era muy fuerte. Isaac vio que Sinceridad
se bamboleaba arriba y abajo por la estancia,
sacudiendo su cabeza pelada. David vio a Isaac
mirándola.
—Sí—gritó—. ¿Ves? No soporta el hedor.
—Camaradas —respondió Isaac—. Agradezco
sinceramente vuestra paciencia. Es un toma y daca,
¿no? Lub, ¿recuerdas cuando realizaste aquellos
experimentos con el sonar y tuviste a aquel tipo
aporreando el tambor durante dos días?
— ¡Isaac, ya llevamos así casi una semana! ¿Cuánto
más va a durar? ¿Cuál es el programa? ¡Al menos
limpia toda la porquería!
Isaac observó sus expresiones airadas y comprendió
que estaban realmente enfadados. Pensó a toda
velocidad para encontrar un compromiso.
—Bueno, mirad —dijo al fin—. Hoy lo limpio todo,
os lo prometo. Me quedaré trabajando toda la noche.
Empezaré por los más ruidosos, y trataré de librarme
de todos en... ¿dos semanas? —terminó torpemente.
David y Lublamai rezongaron, pero interrumpió sus
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