Page 642 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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se acercaron a él, como, tras un instante de duda, hizo

            Yagharek.

                —Es imposible —dijo Isaac de repente—. No tiene


            un motor lo bastante intrincado como para disponer de

            pensamiento independiente. No es posible.

                El  constructo  bajó  un  brazo  y  se  retiró  hacia  una


            cercana  pila  de  polvo.  Arrastró  la  punta  por  ella,

            deletreando claramente: «Lo es».


                Al verlo, los tres humanos quedaron boquiabiertos.

                —  ¿Qué  cojones...?  —gritó  Isaac—.  ¿Sabes  leer  y

            escribir? ¿Tú...? —negó con la cabeza antes de observar


            al constructo de nuevo, con ojos duros y fríos—. ¿Cómo

            lo supiste? ¿Por qué me advertiste?




                Sin embargo, pronto quedó claro que aquella era una

            explicación  que  tendría  que  esperar.  Mientras  Isaac


            aguardaba atento, Lemuel consultaba nervioso su reloj.

            Era tarde.

                Tardaron un minuto, pero al fin convencieron a Isaac


            de  que  tenían  que  escapar  del  taller  en  ese  mismo

            momento con el constructo. Más les valía actuar ante la

            información recibida, aunque no supieran por qué la


            habían obtenido.

                Isaac presentó una débil resistencia, remolcando con


            él a la máquina. Condenó a David al Infierno y después

            se maravilló ante la inteligencia de aquella máquina.




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