Page 782 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Durante  un  instante,  Isaac  trató  de  cerrar  los  ojos.

            Una  pequeña  parte  de  su  cerebro,  cargada  de


            adrenalina, pensó en varias estrategias de huida.

                Pero estaba tan cansado, tan confundido, tan triste y

            tan dolido, que actuó demasiado tarde. Extenuado, de


            forma poco clara al principio, vio las alas de la criatura.

                La cambiante marea de colores se desplegó como un


            banco  de  anémonas  y  desenredó  asombrosa  las

            sombras hipnóticas. A ambos lados del cuerpo de la

            polilla, las tinturas de medianoche, en perfecto reflejo,


            se deslizaban como ladronas por los nervios ópticos del

            científico, bañando toda su mente.


                Isaac vio a la bestia acercarse lentamente hacia él a

            través  del  claro,  vio  las  alas  torcidas,  perfectamente

            simétricas, batir suavemente y bañarlo con su muestra


            narcótica.

                Y  entonces  su  mente  se  deslizó  como  un  cansado

            volante mecánico, y no sintió más que una rociada de


            sueños.  Un  espumarajo  de  memorias,  impresiones  y

            lamentos efervesció desde su interior.

                No era como la mierda onírica. No había núcleo de


            consciencia que observar y al que aferrarse. Aquellos

            no eran sueños invasores. Eran los suyos, y no había un


            él  al  que  ver  bullir,  su  misma  esencia  estaba  en  la

            oleada de imágenes, era el recuerdo y el símbolo. Isaac




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