Page 790 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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En un movimiento sociable, el avatar se sentó junto

            a los dos humanos y el garuda. Comenzaron a hablar,

            intentando formular planes. Hasta Yagharek participó


            con  callada  emoción.  Era  un  cazador.  Sabía  tender

            trampas.

                —No  podemos  hacer  nada  hasta  que  no  sepamos


            dónde están esos bichos —dijo Isaac—. O las buscamos

            o nos toca sentarnos y hacer de cebo, esperando que


            esas  hijas  de  puta  vengan  a  por  nosotros,  entre  los

            millones de almas de la ciudad.

                Derkhan y Yagharek asintieron.


                —Sé dónde están —respondió el avatar.

                Los otros lo miraron atónitos.


                —Sé dónde se ocultan. Sé dónde está su nido.

                — ¿Cómo? —preguntó Isaac—. ¿Dónde? —cogió el

            brazo  del  avatar  por  la  emoción,  antes  de  retirarlo


            asustado. Se había inclinado sobre el rostro del ser, y

            algo en el espanto de aquella faz lo sacudió. Podía ver

            el borde del cráneo serrado dentro de la piel macilenta,


            blanquecina, moteada de residuo sanguinolento. Podía

            ver el cable atroz hundirse en el intrincado pliegue al

            fondo  del  hueco  de  donde  se  había  arrancado  el


            cerebro.

                La piel del avatar era seca, rígida y fría, como la carne


            colgada.

                Aquellos  ojos,  con  su  constante  expresión




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