Page 992 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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treinta centímetros, aproximadamente. De él sobresalía
una cabuyería de alambres sueltos.
Había un vodyanoi inmóvil en la cuenca de basura.
Derkhan lo vio, de pie, a pocos metros de distancia,
observando al avatar con nerviosismo. Le indicó con
un gesto que se aproximara. El se les acercó anadeando,
ora sobre cuatro patas, ora sobre dos, las grandes patas
palmeadas muy extendidas para permanecer firme
sobre aquel suelo traicionero. Su mono estaba
fabricado en el ligero y encerado material que los
vodyanoi utilizaban a veces: repelía el líquido, para
que no se saturasen o se volviesen pesados cuando los
vodyanoi entraban en el agua.
— ¿Estás preparado? —dijo Derkhan. El vodyanoi
asintió rápidamente.
Derkhan lo estudió, pero sabía muy poco de aquellas
criaturas. No podía ver nada en él que le diera la menor
pista de por qué se consagraba a esta insólita y exigente
secta, a la adoración de aquella extraña inteligencia, el
Consejo de los Constructos. Era evidente para ella que
el Consejo trataba a sus adoradores como peones, que
no extraía satisfacción de su reverencia, solo un cierto
grado de... utilidad.
No podía comprender, ni tan siquiera empezar a
imaginar, qué liberación o servicio ofrecía a su
congregación esta Iglesia herética.
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