Page 997 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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seguidas por jardines privados, las paredes verticales

            de los almacenes y las tierras baldías. No había nadie

            para observar los preparativos de Derkhan.


                A pocos metros de la orilla, dejó caer el extremo del

            cable y se acercó cautelosamente a la grieta de la valla.

            Tanteó el suelo con los pies para asegurarse de que no


            cedería y la arrojaría al asqueroso río que discurría dos

            o más metros más abajo. Se inclinó todo lo que pudo y


            examinó  la  superficie  del  agua,  que  discurría

            plácidamente.

                El  sol  se  aproximaba  lentamente  a  los  tejados  del


            oeste, barnizando el negro sucio del río de luz rojiza.

                — ¡Penge! —siseó Derkhan—. ¿Estás ahí?


                Después  de  un  momento,  se  escuchó  un  pequeño

            chapoteo. Uno de los restos indistintos que flotaban en

            el  río  empezó  repentinamente  a  acercarse.  Se  movía


            contra corriente.

                Lentamente, Pengefinchess alzó la cabeza del agua.

            Derkhan  sonrió.  Sentía  un  extraño  y  desesperado


            alivio.

                —Muy  bien  —dijo  Pengefinchess—.  Ha  llegado  la

            hora de mi último trabajo.


                Derkhan asintió con una gratitud extraña.

                —Está  aquí  para  ayudar  —dijo  Derkhan  al  otro


            vodyanoi  que  miraba  a  Pengefinchess  con  alarmada

            suspicacia—. Este cable es demasiado grueso y pesado




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