Page 359 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
Ciudad Dikta. No se le permitió que limpiara su
pescado; no podía manejar cuchillos.
Pero aquella hebra resultaría perfecta para
estrangular, a no ser que el estrangulador se
cortara los dedos con ella. Mientras observaba
su sedal descubrió que Krayhayft le miraba con
una amplia sonrisa; éste alargó la mano y
Corbell puso en ella la hebra. El río había
cavado una profunda garganta en lo que antes
fuera el fondo del mar, creando altos
acantilados. Durante todo el día caminaron
entre aquellas paredes retorcidas, de bellos
colores. Al caer la tarde, allí donde los
acantilados se estrechaban para tomar un
brusco desvío, llegaron a una aldea escondida
que ocupaba ambas márgenes del río, unidas
por un ancho puente. Más allá de la aldea, la
desolación se prolongaba hasta el horizonte.
Los aldeanos les dieron la bienvenida y les
proporcionaron alimentos. Corbell los entretuvo
con una antología de canciones publicitarias.
Cuando Krayhayft comenzó a contar una
leyenda, Corbell se acomodó contra una roca.
Aquella aldea le parecía una trampa perfecta. Si
los dikta seguían a un grupo de Varones desde
Ciudad Dikta, tendrían que pasar junto a la
aldea, trepando los acantilados y dejando
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