Page 372 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
—No vamos a destruir tu cerebro. No lo creo.
Aunque hay cierto riesgo.
—¿Qué vais a hacerme?
—Nos entretendremos mutuamente.
En ese momento Krayhayft regresó llevando
con él una probeta de… ¿plasma sanguíneo?
Era un líquido claro. Se inclinó sobre la cabeza
de Corbell y la instaló entre los brazos de acero
que sostenían los instrumentos.
«¡Diles lo del coche!», pensó Corbell. Pero no
lo hizo. Si tenía simpatía por alguien, aparte de
sí mismo, era por los dikta. Que Gording
escapara si podía.
Bajó un brazo de acero. Su punta hipodérmica
vaciló un instante por encima de él; después se
hundió en su cuello. Las fuertes manos de
Krayhayft le sostuvieron la cabeza durante un
tiempo interminable. Después la hipodérmica se
retiró y el brazo volvió a su sitio.
Corbell aguardó. ¿Acaso ese líquido iba a
hacerle dormir? ¿O sólo para paralizarle? Pero
Skatholtz le estaba soltando los brazos y los
tobillos y le ayudaba ya a ponerse en pie.
Corbell se tambaleó. Aquella droga estaba
surtiendo su efecto, sin duda.
Le condujeron por otros tres tramos de
escaleras, por otro pasillo, hasta un pequeño
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