Page 120 - Southern Reach 01 - Aniquilacion - Jeff Vandermeer
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polvos repetitivos, como un trance, confortable tan solo


             porque nos acurrucaba el clima. Si hasta aquel momento

             estuve  fingiendo,  ya  no  pude  seguir  engañándome:  mi

             marido no estaba del todo presente.



                    Luego,  almuerzo,  televisión  —le  encontré  una


             reposición de una regata a dos— y más charla banal. Me

             preguntó  por  algunos  amigos  suyos  pero  no  pude

             contestarle: no los veía nunca. Nunca fueron realmente

             mis  amigos;  yo  no  cultivaba  amistades,  tan  solo  había


             heredado las de mi esposo.



                    Probamos  con  un  juego  de  mesa  y  nos  reímos  con

             algunas  preguntas  muy  tontas.  Entonces  se  hicieron

             evidentes  extrañas  lagunas  en  sus  conocimientos,  de


             modo  que  paramos  y  nos  envolvió  como  un  silencio.

             Leyó  el  periódico,  se  puso  al  día  de  sus  revistas

             preferidas  y  vio  las  noticias.  O  tal  vez  solo  fingía  que

             hacía esas cosas.



                    Cuando  la  lluvia  cesó,  me  desperté  tras  una  breve


             cabezada  en  el  sofá  y  vi  que  él  no  estaba  a  mi  lado.

             Procuré  no  angustiarme  cuando  lo  busqué  por  las

             habitaciones  sin  encontrarlo.  Salí  y  al  fin  lo  vi,  en  un


             lateral de la casa. Estaba de pie ante el barco que había

             comprado unos años atrás y que nunca pudo meter en el

             garaje. Era una motora sencilla, de unos veinte pies de


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